En la actualidad, hacer el amor puede ser cosa de apenas unos minutos, porque la gente tiene estrés, está cansada, preocupada, apurada y por lo tanto, también poco motivada. Este estado de cosas se podría revertir si la pare
ja
se atreve a aprender sexo tántrico. Tantra es una palabra proveniente
del sánscrito que designa una disciplina espiritual creada en la India
hace cinco mil años y que quiere decir expandir, extender u ondular.
Para el tantra el cuerpo es sagrado, un instrumento de oración; y la
unión sexual es considerada el camino de la iluminación, la unión
espiritual de la pareja con el universo. Hacer el amor lentamente es
mejor, porque aunque parecería que el mundo está saturado de sexo,
estudios realizados en 1994, revelan que en la intimidad, el
norteamericano medio sólo dedica media hora por semana a practicarlo y
además suele terminar antes de realmente haber comenzado.
Beneficios
Sostienen algunos que el sexo tántrico ayuda a potenciar la energía diaria del individuo y es el medio para llegar a sentirse como un solo ser. Argumenta que en el sexo
convencional, el hombre, una vez satisfecho su deseo, va en busca de
otra mujer ya que la energía se ha consumido, provocando este hecho la
desaparición de la atracción. Por el contrario, el tantra contribuye a
aportar ese deseo y, en consecuencia, la mujer se verá beneficiada.
Técnicas
Para ser un 'usuario experimentado' del tantra es
necesario aprender a tener un conocimiento y administrar la energía a
través de la conciencia. No se puede llegar ' y besar el santo'. Para
empezar se debe llegar a la purificación de
cuerpo y alma. ¿Cómo conseguirlo? Cambiando los hábitos
alimentarios, aplicando herramientas tántricas como visualizaciones,
danzas, meditación, masajes, etc. Eso sí,cada persona requiere de un
tiempo concreto en lograrlo. Y una cosa fundamental: no se debe eyacular
pero, en caso de hacerlo, solo después de 10 o 15 actos. Y recuerden
los hombres: la mente, la eyaculación y la respiración han de estar
sincronizadas.
Críticas
No todo son buenas palabras para esta modalidad de sexo.
De hecho, para algunos ni siquiera se puede definir como tal. Es el
caso de Ferrán Mestanza, profesor de Budismo en la Universidad de
Salamanca. Defendiendo la importancia que se le concede al sexo en el budismo tibetano, argumenta que “En las meditaciones se puede llegar a practicar, pero no podemos definirlo como sexo. Es meditación”. ¿Están dispuestos a darle la razón? ¿O a quitársela? Es cuestión de ponerse.
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